Hace unos días, estaba en una herboristería, cuando escuché a una señora que explicaba que su nieto tenía piel atópica, que lo habían probado todo y ya no sabían qué hacer. Salió de la tienda habiéndose gastado un dineral en geles y cremas de avena.
Me sorprende que todavía los médicos y terapeutas en su gran mayoría, sigan tratando este problema desde fuera con productos externos y no hayan reparado que la piel es el órgano excretor más grande del organismo y que la piel atópica no es más que el esfuerzo que hace nuestro organismo por eliminar toxinas desde dentro. Estas toxinas son el resultado de ingerir cosas que por muy naturales que nos parezcan, atacan a nuestro sistema inmunológico y la piel lo único que hace es intentar sacarlas fuera del organismo.
Para tratar la piel atópica no hacen falta remedios externos, basta con averiguar qué es lo que el organismo no puede digerir (esto puede variar de una persona a otra) y dejar de ingerirlo.